A nadie le gusta esperar, no sólo a mi. La ansiedad, esa irritante compañera invisible que siempre parece uno tener soplándole al oído, bajito, casi en un susurro tal que nadie más que uno pueda escuchar, nos advierte constantemente sobre la vastedad del colosal bolsón de sueños, anhelos, necesidades, frustraciones y deudas con uno mismo y con los demás con que uno carga a diario. Será que la ansiedad es una bestia insaciable, una muestra de la vertiente autodestructiva de la personalidad, esa que nunca te deja disfrutar del hoy debido a la preocupación por lo que falta (y que más vale te pongas en movimiento para siquiera acceder a la posiblidad de tenerlo el día de mañana) que reniega de una verdad evidente: que la vida está compuesta de << presentes >>, y que cada presente es una instantánea congelada en el gran mecanismo de relojería del Universo del que somos simplemente un engranaje más, totalmente dispensables y reemplazables sin la más mínima influencia en los aconteceres cósmicos que setean los límites a los que está sujeta la existencia humana.
A pesar saberlo, a la ambición ansiosa que toma el poder en mi cabeza (cual golpe de Estado) simplemente elije mirar para otro lado, reprimir la conciencia de su propia naturaleza efímera, ya que si el << mañana >> o lo que << pudo ser >> son simplemente conceptos que guían una estrategia de comportamiento razonando condicionalmente (léase, si hoy pisé mierda, mañana miraré la vereda puesto que pude no haberla pisado y ahorrádome el mal momento) y no una rígida dictadura cuya aplicación permanente garantiza el cumplimiento de los objetivos de vida (léase a su vez, si hoy pisé mierda, es porque no estuve atento al suelo como debí haber hecho, algo que haré siempre y en cada momento de aquí en más, puesto que no hacerlo siginificará el castigo interno de la culpa y la convicción de que << soy un pelotudo >>), entonces la ansiedad y la ambición como auto-presión para no equivocarse y "animarse a más" -no como elección sino como obligación- no pueden ser más que una rémora obsesiva carente de sentido.
Pero aunque no resiste un análisis burdamente abordado en unas cuantas líneas, como acabo de describir, la ansiedad ambiciosa y la culpa por el fracaso inminente o potencial no desaparecen. Son como sanguijuelas enquistadas en lo más profundo de mi ser, una especie de estaca clavada al pie de un cartel que dice "Aquí finaliza su autoestima. Bienvenido a Melancolandia". Tanto es así que basta un tropiezo para que Melancolandia invada mi autoestima, bombardee los territorios limítrofes y extienda hacia afuera sus fronteras mandándome, exiliado de guerra, a un pedorro y siente-lástima-por-uno-mismo-edor estado de depresión. Podemos descartar que todo esto sea por los desajustes hormonales de la adolescencia: hablo con 20 años y puedo dar fe de la madurez de mis gónadas. Esto es algo distinto, una patología psicológica, o quizá psico-social (tal vez una leve pero persistente neurosis obsesiva).
Lo social es insoslayable. Si tuviese que buscar una causa o génesis de mis ambiciones de autosuperación obsesivas (fundamentalmente a través de la excelencia académica) aunadas a la fragilidad de mi autoestima y la carga de ansiedad, la ubicaría en los años inmediatamente prepúberes en los que como niño obeso fui marginado entre mis compañeros de la escuela primaria (salvando unos pocos compañeritos con los cuales hice migas) y más importante aún, el hecho que el panorama estaba dominado por la cultura de la negrada inmunda (creo que es la manera más compacta de expresarlo) que tuvo su auge sobre todo después de la crisis de 2001-2002 y que sigue vigente hasta nuestros días, si bien con apoyo social decreciente entre los sectores medios (algo que no ocurría en esa época, en la que inclusive escuchabas hablar como un ignorante anencéfalo y chorro a pibes de familias normales y de barrio). Ese contexto de cargadas y descansos constantes con el único objetivo de rebajar al otro, en el que no se hacían esperar las burlas a compañeros con discapacidades (burlas muy crueles por cierto), donde los individuos << más respetados >> dentro de la clase eran los que habían golpeado a más chicos, o que se sabía que tranquilamente podrían hacerlo (generalmente se trataba de un negro trogloditoide con cara de papa), donde las pocas minas que había -por regla feas y amachonadas ellas- sobre todo hacia el final de los años de primaria, se agrandaban inmersas en ese ambiente primitivo y cavernario, y eran abordadas por los << machos alfa >> con toques en el culo alevosos y ni una palabra civilizada; en fin, todo aquello que constituye la subcultura decadente y repugnante de la negrada beligerante, no tuvo otro efecto en mi personalidad en gestación que la introversión y la necesidad de buscar un refugio para aquello que según los valores que me habían inculcado era lo correcto.
Y si bien empezó de a poco (los estudios primarios y secundarios poco valen hoy día) se transformaron gradualmente en una máxima de oro cuando empezaron a llegar los primeros logros a nivel universitario. Una etapa en la que me encuentro hoy día y por la que seguiré transitando (si Dios quiere) por varios años más.
Así las cosas, supongo que soy lo que soy en parte por el estrés cultural que me tocó vivir durante mis años de formación como personalidad independiente. El resultado: una ambición insaciable por despegarme del sucio barro de la mediocridad decadente y sin un sentido en la vida con la que me tocó iniciar el camino, quizá para reivindicar astrológicamente y sin lugar a dudas que mi elección de vida fue mejor que la de ellos, para ser un ejemplo o una referencia para todos aquellos nicolasitos del mundo que dudan de sus valores por convivir con negros soretes cuya idea de realización personal es ir a romper alambradas y asientos a la popular de la cancha de su club y cogerse un chimpancé hembra con rodete en el pelo, en una hamaca paraguaya.
Eso es lo que soy. Un loco de mierda.
A pesar saberlo, a la ambición ansiosa que toma el poder en mi cabeza (cual golpe de Estado) simplemente elije mirar para otro lado, reprimir la conciencia de su propia naturaleza efímera, ya que si el << mañana >> o lo que << pudo ser >> son simplemente conceptos que guían una estrategia de comportamiento razonando condicionalmente (léase, si hoy pisé mierda, mañana miraré la vereda puesto que pude no haberla pisado y ahorrádome el mal momento) y no una rígida dictadura cuya aplicación permanente garantiza el cumplimiento de los objetivos de vida (léase a su vez, si hoy pisé mierda, es porque no estuve atento al suelo como debí haber hecho, algo que haré siempre y en cada momento de aquí en más, puesto que no hacerlo siginificará el castigo interno de la culpa y la convicción de que << soy un pelotudo >>), entonces la ansiedad y la ambición como auto-presión para no equivocarse y "animarse a más" -no como elección sino como obligación- no pueden ser más que una rémora obsesiva carente de sentido.
Pero aunque no resiste un análisis burdamente abordado en unas cuantas líneas, como acabo de describir, la ansiedad ambiciosa y la culpa por el fracaso inminente o potencial no desaparecen. Son como sanguijuelas enquistadas en lo más profundo de mi ser, una especie de estaca clavada al pie de un cartel que dice "Aquí finaliza su autoestima. Bienvenido a Melancolandia". Tanto es así que basta un tropiezo para que Melancolandia invada mi autoestima, bombardee los territorios limítrofes y extienda hacia afuera sus fronteras mandándome, exiliado de guerra, a un pedorro y siente-lástima-por-uno-mismo-edor estado de depresión. Podemos descartar que todo esto sea por los desajustes hormonales de la adolescencia: hablo con 20 años y puedo dar fe de la madurez de mis gónadas. Esto es algo distinto, una patología psicológica, o quizá psico-social (tal vez una leve pero persistente neurosis obsesiva).
Lo social es insoslayable. Si tuviese que buscar una causa o génesis de mis ambiciones de autosuperación obsesivas (fundamentalmente a través de la excelencia académica) aunadas a la fragilidad de mi autoestima y la carga de ansiedad, la ubicaría en los años inmediatamente prepúberes en los que como niño obeso fui marginado entre mis compañeros de la escuela primaria (salvando unos pocos compañeritos con los cuales hice migas) y más importante aún, el hecho que el panorama estaba dominado por la cultura de la negrada inmunda (creo que es la manera más compacta de expresarlo) que tuvo su auge sobre todo después de la crisis de 2001-2002 y que sigue vigente hasta nuestros días, si bien con apoyo social decreciente entre los sectores medios (algo que no ocurría en esa época, en la que inclusive escuchabas hablar como un ignorante anencéfalo y chorro a pibes de familias normales y de barrio). Ese contexto de cargadas y descansos constantes con el único objetivo de rebajar al otro, en el que no se hacían esperar las burlas a compañeros con discapacidades (burlas muy crueles por cierto), donde los individuos << más respetados >> dentro de la clase eran los que habían golpeado a más chicos, o que se sabía que tranquilamente podrían hacerlo (generalmente se trataba de un negro trogloditoide con cara de papa), donde las pocas minas que había -por regla feas y amachonadas ellas- sobre todo hacia el final de los años de primaria, se agrandaban inmersas en ese ambiente primitivo y cavernario, y eran abordadas por los << machos alfa >> con toques en el culo alevosos y ni una palabra civilizada; en fin, todo aquello que constituye la subcultura decadente y repugnante de la negrada beligerante, no tuvo otro efecto en mi personalidad en gestación que la introversión y la necesidad de buscar un refugio para aquello que según los valores que me habían inculcado era lo correcto.
Y si bien empezó de a poco (los estudios primarios y secundarios poco valen hoy día) se transformaron gradualmente en una máxima de oro cuando empezaron a llegar los primeros logros a nivel universitario. Una etapa en la que me encuentro hoy día y por la que seguiré transitando (si Dios quiere) por varios años más.
Así las cosas, supongo que soy lo que soy en parte por el estrés cultural que me tocó vivir durante mis años de formación como personalidad independiente. El resultado: una ambición insaciable por despegarme del sucio barro de la mediocridad decadente y sin un sentido en la vida con la que me tocó iniciar el camino, quizá para reivindicar astrológicamente y sin lugar a dudas que mi elección de vida fue mejor que la de ellos, para ser un ejemplo o una referencia para todos aquellos nicolasitos del mundo que dudan de sus valores por convivir con negros soretes cuya idea de realización personal es ir a romper alambradas y asientos a la popular de la cancha de su club y cogerse un chimpancé hembra con rodete en el pelo, en una hamaca paraguaya.
Eso es lo que soy. Un loco de mierda.
Wow, me EN CAN TO
ResponderEliminarCreo que alguien se esta soltando y mucho via blog..
Me gusta negro
A veces hacer retrospectiva y ver como llegamos, y donde estamos esta bueno.. me vendria bien :P
nos sirve para saber adonde vamos.
me mato la parte de tu colegio.. me trajo muchos recuerdos jaja
en fin, muy buen post, +10 recomendado, te daria puntos pero soy novato (?) y segui asi que vamos en buena linea..
:)
Gracias amigazo! Que se yo, capaz huele mucho a xenofobia, pero si me leen atentamente dejo en claro que lo de la negrada es cultural, y que justamente por eso es una verga (digamos, puede llegar a todos lados y nada la detiene).
ResponderEliminarPD: Sos un grande
Cada tanto entro a leer sus post, y con este me senti en parte identificada.
ResponderEliminarEl tema de que uno se cuestione sus valores de chico, a causa de como actua la mayoria.
Como dijo el viejo en su comentario, esta buena la retrospectiva. Nos hace sentir orgullosos de haber decidido no ir con el "malon", como se espera; haber decidido SER nosotros aunque eso nos significara ser "diferentes". Y eso que eramos chicos y con la autoestima tan fragil.
No tuve el placer de estar en la primaria con ustedes, pero yo lo senti parecido. Lo que me paso a mi no es exactamente como lo que describe el Mono, pero me pasaba de preguntarme una y otra vez "Que gracia tienen estas letras de cumbia villera que todos escuchan?" Letras que denigraban a la mujer, incitaban a delinquir, etcetera etcetera. Como les podia gustar?
Me sentia sapo de otro poso, la oveja negra. Y hoy eso me hace sentir aliviada. Porque si me hubiera conformado, hoy no seria lo que soy.
Monito, yo por lo menos entendi tu idea de la "negrada cultural", y coincido. Muchas veces me pregunto que podemos hacer nosotros para cambiar todo eso, o al menos aportar nuestro granito de arena. Considero que este blog, podria llamarse "granito de arena para culturizar".
Y me dejo de escribir, que aburre sino. Los felicito!
Angie
Angie: lo más tonto que podías haber escrito, fue el remate. No podrías aburrir con un comentario aunque quisieras y tuvieses toda la intención.
ResponderEliminarMe gustaría poder decir que sé qué es de tu vida (e.d. cómo vas en la facu, si estás saliendo con alguien, cómo esta tu familia, etc) pero sería hipócrita: se sabe que hace banda que no nos vemos (y desde luego no sos la excepción, sino que sos una confirmación más de la regla en lo que a mi respecta y los chicos del secundario). Por otra parte, las explicaciones (e.d. excusas) detrás del estado de cosas que puedo dar, son obvias, asi que no voy a hacerte perder tiempo leyéndolas. Sólo digamos que estaría pendiente un reencuentro, una eventual juntada, para poner(me) al tanto de todo eso a lo que hice alusión.
De cualquier forma, espero que todo esté yéndote bien. Siempre fuiste una piba con mucha capacidad desde lo intelectual y sinceramente no creo que eso haya cambiado.
Sobre lo que decís del artículo, la verdad es que lo escribí al final del último cuatrimestre, de mal humor, cansado y presionado por mis ambiciones de "lograr cumplir con todo", que fue lo que en definitiva traté de volcar (siempre con mi estilo ininteligible) en la primer parte de la entrada. La parte de la "negrada cultural" vino a colación (de hecho originalmente no tenía pensado escribir sobre eso) pero ciertamente es algo que nunca negué si se me preguntó, uno de esos "secretos a voces del subconciente" que son el resultado de experiencias amargas y que muchas veces no se expresan para evitar el estigma de que se piense en uno como un simple xenófobo irracional. Tampoco voy a tener la arrogancia de situarme en un lugar cristalino e imparcial porque sería una mentira evidente (el hecho que llame a algo que atribuyo a la cultura, "negrada", justamente implica que estoy haciendo una referencia a un estereotipo), pero como mínimo puedo decir a mi favor que el sector socioétnico donde parece haberse originado esa forma de pensar la vida, los valores y la convivencia, de hecho corresponde con el estereotipo (más allá de que luego se extiendese al resto de la sociedad como formación cultural decadente). Tampoco es relevante discutir eso, no apunto a nadie con el dedo; sólo digo que es un fenómeno que se dio y se sigue dando, algo profundamente negativo por la clase de personas que engendra(...)
(...)Por último, sobre lo que dejás planteado en cuanto a lo que podemos hacer nosotros, la verdad es que (tal vez un tanto pesimista de mi parte) yo valoro fundamentalmente la voluntad de los que intentan realizar un cambio, por la pureza moral que subyace, en lugar de por la posibilidad de que se produzcan cambios concretos. Yo me adherí hace tiempo a una postura filosófica << testimonial >>, en el sentido que considero a la existencia humana esencialmente contemplativa (e.d. se puede intentar describir y entender, aunque sea parcialmente, lo que ocurre; pero difícilmente lograr un cambio por las limitaciones de nuestros medios), y cuando menciono las restricciones inherentes a nuestros medios, me refiero no sólo a los recursos económico-políticos (lo cual está muy de moda como frase cliché) sino directamente al rígido marco que delimita la potencialidad de describir la realidad, a la que está sujeta toda forma de conocimiento (incluso las formas más refinadas y sistemáticas, como la ciencia). La lógica en sí misma está restrinjida, así como todo lo que de su validez depende (e.d. desde la matemática hasta la física y todas las ciencias experimentales que dependen del método hipotético-deductivo) y por ende nunca podremos << conocer lo que tenemos a nuestro alrededor >> en un sentido absoluto; la realidad objetiva, perfecta, completa y eterna nos está vedada.
ResponderEliminarDe esto último tengo horas para hablar y aburrir, en parte porque puedo citar las contribuciones a los fundamentos de la lógica formal misma para sustentar mis argumentos (e.d. Gödel, Turing, Chaitin), pero no es la idea. Simplemente lo digo para que no se (mal)interprete que mi forma de pensar es simplemente algo que "se me ocurrió"; todo lo contrario, internamente me inquieta la idea de que todo lo que sé es finito y falible, y que siempre será así, pero no se pueden negar ciertos hechos con los que lo único que queda por hacer es aprender a convivir.
Dicho esto, y aclarando un poco lo que acabo de decir, mi punto es que si no se puede conocer (lo que sea) más que de forma parcial, y nuestros recursos por más abundantes que sean se guían por lo que consideramos "correcto" en base a nuestra comprensión (incompleta) del mundo, entonces o bien nuestros objetivos se cumplirán sólo en parte, o bien habrán de ocurrir consecuencias no previstas e indeseables, que son en esencia inevitables. En otras palabras: la precariedad crónica de los medios (en sentido amplio) le quita valor al voluntarismo si se lo evalúa estrictamente por los resultados de la acción. En el caso concreto que hablamos, no concibo ninguna manera de lograr un cambio cultural dirigido a la porción de la sociedad embebida en esta forma de pensar, y aunque alguien más creativo que yo lo idease, aún así podría objetarle que seguramente no logrará lo que se propone, sino que los resultados probablemente serán inesperados o incluso un "tiro por la culata" (suponiendo que los benditos recursos económicos estén disponibles para hacer llegar un mensaje o cualesquier forma que adopte la campaña orientada a cambiar el estilo de vida de la gente).
Pero bueno, te repito, para personas como yo la voluntad de cambiar las cosas invariablemente tiene valor per se desde lo moral, y en ese sentido me alegro mucho que tengas esa postura.
Siempre bienvenida a pasar por nuestro blog, Angie:)
Me encanta cuando sale debate!
ResponderEliminarEntiendo tu posicion "pesimista", que podria decirse tambien realista.
Mi pensamiento es el contrario, pero a la vez puedo caer en construir "castillos en el aire". Aunque lo sigo considerando posible al cambio(Cambio. Creo que seria mejor poner "mejorar situaciones" o algo asi, pero se entiende la idea.), con muchas
herramientas y condiciones dadas. Y SI, vuelta a la utopia. Estoy en un buen dia (sino, estaria de tu lado), y suelo contradecirme bastante.
Bueno, me fui un poco de tema. Cuestion que espero que se de una juntada pronto, asi podemos debatir mejor y con mayor profundidad sobre estas cosas.
Exitos con este GRAN espacio(de debate eventualmente) que generaron!
Angie