Manifiesto Friedmanista



Dr. Friedman
es un personaje mítico, una leyenda urbana, un rumor que trae el viento, un chajá que dice "chajá" pensando que le vas a afanar los pichones. Está en todas partes: desde la mancha de café con leche en tu cuaderno de apuntes, hasta el doblés blanquito de ese boleto de subte enterrado hace años en el bolsillo de aquella ochentosa campera flúo que ya no usas. Es la esencia filosófica detrás de la pelusa del ombligo, la fuerza que mueve a Yoda a hablar al revés.

Pero sobre todo, está ahí cuando gritás al viento "LA PUTA MADRE, PORQUE TODO ME PASA A MI?"

No solo te paso a vos. También nos paso a nosotros. También le pasó a ÉL.

viernes, 24 de junio de 2011

Vicios de hoy, calefones de ayer

A nadie le gusta esperar, no sólo a mi. La ansiedad, esa irritante compañera invisible que siempre parece uno tener soplándole al oído, bajito, casi en un susurro tal que nadie más que uno pueda escuchar, nos advierte constantemente sobre la vastedad del colosal bolsón de sueños, anhelos, necesidades, frustraciones y deudas con uno mismo y con los demás con que uno carga a diario. Será que la ansiedad es una bestia insaciable, una muestra de la vertiente autodestructiva de la personalidad, esa que nunca te deja disfrutar del hoy debido a la preocupación por lo que falta (y que más vale te pongas en movimiento para siquiera acceder a la posiblidad de tenerlo el día de mañana) que reniega de una verdad evidente: que la vida está compuesta de << presentes >>, y que cada presente es una instantánea congelada en el gran mecanismo de relojería del Universo del que somos simplemente un engranaje más, totalmente dispensables y reemplazables sin la más mínima influencia en los aconteceres cósmicos que setean los límites a los que está sujeta la existencia humana.

A pesar saberlo, a la ambición ansiosa que toma el poder en mi cabeza (cual golpe de Estado) simplemente elije mirar para otro lado, reprimir la conciencia de su propia naturaleza efímera, ya que si el << mañana >> o lo que << pudo ser >> son simplemente conceptos que guían una estrategia de comportamiento razonando condicionalmente (léase, si hoy pisé mierda, mañana miraré la vereda puesto que pude no haberla pisado y ahorrádome el mal momento) y no una rígida dictadura cuya aplicación permanente garantiza el cumplimiento de los objetivos de vida (léase a su vez, si hoy pisé mierda, es porque no estuve atento al suelo como debí haber hecho, algo que haré siempre y en cada momento de aquí en más, puesto que no hacerlo siginificará el castigo interno de la culpa y la convicción de que << soy un pelotudo >>), entonces la ansiedad y la ambición como auto-presión para no equivocarse y "animarse a más" -no como elección sino como obligación- no pueden ser más que una rémora obsesiva carente de sentido.

Pero aunque no resiste un análisis burdamente abordado en unas cuantas líneas, como acabo de describir, la ansiedad ambiciosa y la culpa por el fracaso inminente o potencial no desaparecen. Son como sanguijuelas enquistadas en lo más profundo de mi ser, una especie de estaca clavada al pie de un cartel que dice "Aquí finaliza su autoestima. Bienvenido a Melancolandia". Tanto es así que basta un tropiezo para que Melancolandia invada mi autoestima, bombardee los territorios limítrofes y extienda hacia afuera sus fronteras mandándome, exiliado de guerra, a un pedorro y siente-lástima-por-uno-mismo-edor estado de depresión. Podemos descartar que todo esto sea por los desajustes hormonales de la adolescencia: hablo con 20 años y puedo dar fe de la madurez de mis gónadas. Esto es algo distinto, una patología psicológica, o quizá psico-social (tal vez una leve pero persistente neurosis obsesiva).



Lo social es insoslayable. Si tuviese que buscar una causa o génesis de mis ambiciones de autosuperación obsesivas (fundamentalmente a través de la excelencia académica) aunadas a la fragilidad de mi autoestima y la carga de ansiedad, la ubicaría en los años inmediatamente prepúberes en los que como niño obeso fui marginado entre mis compañeros de la escuela primaria (salvando unos pocos compañeritos con los cuales hice migas) y más importante aún, el hecho que el panorama estaba dominado por la cultura de la negrada inmunda (creo que es la manera más compacta de expresarlo) que tuvo su auge sobre todo después de la crisis de 2001-2002 y que sigue vigente hasta nuestros días, si bien con apoyo social decreciente entre los sectores medios (algo que no ocurría en esa época, en la que inclusive escuchabas hablar como un ignorante anencéfalo y chorro a pibes de familias normales y de barrio). Ese contexto de cargadas y descansos constantes con el único objetivo de rebajar al otro, en el que no se hacían esperar las burlas a compañeros con discapacidades (burlas muy crueles por cierto), donde los individuos << más respetados >> dentro de la clase eran los que habían golpeado a más chicos, o que se sabía que tranquilamente podrían hacerlo (generalmente se trataba de un negro trogloditoide con cara de papa), donde las pocas minas que había -por regla feas y amachonadas ellas- sobre todo hacia el final de los años de primaria, se agrandaban inmersas en ese ambiente primitivo y cavernario, y eran abordadas por los << machos alfa >> con toques en el culo alevosos y ni una palabra civilizada; en fin, todo aquello que constituye la subcultura decadente y repugnante de la negrada beligerante, no tuvo otro efecto en mi personalidad en gestación que la introversión y la necesidad de buscar un refugio para aquello que según los valores que me habían inculcado era lo correcto.



Y si bien empezó de a poco (los estudios primarios y secundarios poco valen hoy día) se transformaron gradualmente en una máxima de oro cuando empezaron a llegar los primeros logros a nivel universitario. Una etapa en la que me encuentro hoy día y por la que seguiré transitando (si Dios quiere) por varios años más.

Así las cosas, supongo que soy lo que soy en parte por el estrés cultural que me tocó vivir durante mis años de formación como personalidad independiente. El resultado: una ambición insaciable por despegarme del sucio barro de la mediocridad decadente y sin un sentido en la vida con la que me tocó iniciar el camino, quizá para reivindicar astrológicamente y sin lugar a dudas que mi elección de vida fue mejor que la de ellos, para ser un ejemplo o una referencia para todos aquellos nicolasitos del mundo que dudan de sus valores por convivir con negros soretes cuya idea de realización personal es ir a romper alambradas y asientos a la popular de la cancha de su club y cogerse un chimpancé hembra con rodete en el pelo, en una hamaca paraguaya.



Eso es lo que soy. Un loco de mierda.

miércoles, 1 de junio de 2011

La jugada

Miré por la ventanilla. Medio nublado. Las 15 hs, pongamosle. Donde me estaba metiendo ?
Baje del colectivo, camine 2 cuadras. Llegué. Desconecte el MP3. Si, era la mesa. La que hace 5 meses me deja apostarle. Esa fija que uno tiene. Sabes que podes ir. Esta sola ? si.. no. No lo está. Pero los otros pasan cuando vos no estas. Que hacen sus apuestas, y probablemente ganen tambien. La mesa ganadora, la que apostas-ganas. Win-Win le dicen. Yo se que si voy, apuesto y gano. La mesa me invita a que apueste por ella, pero conozco sus mañas. Se que voy a perder. O mas bien, no voy a ganar nada. Porque entonces?
En la otra sala, la otra mesa, mas tentativa. De reojito nomas. El casino es grande, muchas salas, muchas mesas. Hace tiempo que entré, y no quiero (ni puedo) salir. Pase por algunas, pero en este momento solo me importaba una.
Tiene gente. Hay competencia, el juego es mas agresivo. Conviene apostar? Lo vale? Son muchas las preguntas que se pasan por la cabeza. La mesa esta ahi.. tentadora. Tiene un par de apostadores, pero pasan sin pena ni gloria. Pasan a chusmear, a mirar, no tiran movimientos, fichas. No saben, no pueden. No quieren. Yo supe ganarme el lugar. Una sillita, al costadito, me da lugar a poner algunas fichitas, mientras otros apostadores fuertes son tentados. Puse mis fichitas. Con cuidado, delicadamente, fui sumando. La ruleta empezo a girar..
"Si queres apostá, pero vas a tener competencia.". Directo, sin vueltas.. Por lo menos parece confiable. Hoy en dia, cualquier solo busca que apuestes, y cagarte la plata. O esa fue mi sensación.

"Mejor me voy a la otra mesa". Siempre esta ahi, disponible. Cuando queres derrochar dinero. Cuando no te importa nada, donde todos pasan como puerta giratoria, vas, y apostas fuerte. La mano te pesa, tenes que cuidarla. Solo necesitas guantes de Latex. Total, las mesas no se ven, no se conocen, no se enteran, y yo puedo ir libremente a ambas. No lo dudé. O si, demasiado. Me acerque temerosamente. "Mira que si apostas, yo te juego todo". Lo dudé. Pense con la mano, solo con eso. Puse una fichita. La mesa me miraba. "Jugate Todo". Me lo decia. La mirada me comia. Yo sabia que tenia que hacer, no habia mucha vuelta que darle.. solo tenia que buscar los guantes, y jugarme a todo o Nada. Puse otra ficha. Puse casi todo, fui a lo fuerte, aposte casi todo lo que tenia. Me faltaba una ficha. La definitoria.
La tenia aun, sabia que tenia que hacer.. Sabia cual era la movida. La mesa no hacia mas que provocarme.. La ruleta daba vuelta y vuelta. Pero no. Mi mente voló a cualquier lado. Me senti raro.. No era yo. Definitivamente.
Tuve que abandonar. Me retiré. Estuve a punto de, pero decidi retirarme mientras pude. Porque lo hice ? Fue lo correcto ? Seguira la mesa disponible ? No lo se.. por suerte, no tuve mas que subirme a un colectivo, y dejar que el MP3 me distraiga, esa magia que tiene la musica.
Yo queria la otra mesa. Aunque aceptase otros apostadores, no me importaba. La queria. Yo queria ir, sentarme, jugar, ver, conocerla, sentir, apostar. Ganar. Sobre todo, ganar. Ganarle a los rivales, sentir "me lo merezco. Lo busque, lo conseguí, gané". La mesa invitaba a apostar. Te insinuaba, te buscaba, te hacia de una u otra manera que la recuerdes. Un mensajito, algun textito, daba señales de vida. A la mesa le gustaba que la cuiden, que la deseen, pero tambien se preocupaba por buscar otros apostadores. Y no le importaba si yo me enteraba. Me jodia eso? No. Llegue a estar sentado con la competencia. Asi, mientras mis competidores pensaban, evaluaban.. probablemente viendo si retirarse o que, yo apostaba. Pero lo mejor, es que no me veian hacerlo, solo era como un espectador mas. Apuesta silenciosa. La que evita explicaciones.
Puse mis fichas. Apuesta a largo plazo le decían.. Que numero ? No lo se, cualquiera. Pero estar ahi, que la casa sienta mi presencia, que no la olvide, y sobre todo, me invite a apostar, porque ese era su negocio. Pero..

"No va mas". No aceptó mas apuestas. De repente, paró la ruleta. Porque ? La casa se preocupa por mi. Me cuida. Cuida mis fichas. Vió una apuesta fuerte, y me cuido, cuido mi capital.. o mas bien, se cuido a ella misma. Porque cuando uno apuesta fuerte, tal vez gane. Y mucho. Y si la casa no gana, hay que pagar las consecuencias.
Recordé las otras mesas.. todas, a su manera me habian "cuidado". Será que cuando ven la apuesta fuerte, cuidan su dinero ? Tienen miedo de apostar, con los riesgos que implica? "La casa se reserva el derecho de Admision" se comenta. Y de que manera. Parece que por ahora, el Casino solo piensa que va a perder. Pero la mesa no te avisa, no te dice "no va mas". Te envia un tercero. Un monitor. No ves a la mesa que te raje, que te corte la apuesta, que cuide su capital; intermediario delante, te corta la movida. Uno no escucha.. lee.

La frase que lei, ya esta trillada.

Que camino queda ? Pues bien.. solo voy a recordar la apuesta que no pude ganar, y a la mesa la voy a ver de reojito.
Hay que buscar una nueva mesa, hasta encontrar la ganadora, la que no tenga miedo de apostar y ganar, juntos, un millon de Dolares.

Mientras tanto, puedo apostar en la fija, la que no tiene miedo de apostar.. porque no tiene nada que perder. Y seguir buscando. Porque yo tampoco tengo nada que perder.