Manifiesto Friedmanista



Dr. Friedman
es un personaje mítico, una leyenda urbana, un rumor que trae el viento, un chajá que dice "chajá" pensando que le vas a afanar los pichones. Está en todas partes: desde la mancha de café con leche en tu cuaderno de apuntes, hasta el doblés blanquito de ese boleto de subte enterrado hace años en el bolsillo de aquella ochentosa campera flúo que ya no usas. Es la esencia filosófica detrás de la pelusa del ombligo, la fuerza que mueve a Yoda a hablar al revés.

Pero sobre todo, está ahí cuando gritás al viento "LA PUTA MADRE, PORQUE TODO ME PASA A MI?"

No solo te paso a vos. También nos paso a nosotros. También le pasó a ÉL.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Resumen del día

Mi cabeza parece, desde hace al menos medio año, haber ingresado en una fase de saturación de contenidos. Partiendo de una situación bastante mediocre al terminar la secundaria, el ingreso a la universidad marcó un despegue de capacidades intelectuales prístinas, ocultas, embrionarias por falta de estímulo en un secundario mediocre (exceptuando lo social) hasta sorprenderme a mi mismo de mi propio rendimiento y potencial de entendimiento de conceptos abstractos, que consideraba vedados al alcance de mi mente. Recuerdo leer libros de química general, siendo un estudiante secundario, y encontrarme alarmado con los operadores integral o sumatorio (e.d. sus respectivos símbolos) teniendo que omitirlos de mi lectura y saltarme las demostraciones por ser bajo mi punto de vista ignorante del momento, garabatos raros, como si hubieran sido escritos en un idioma extranjero.

Dado que mi afición a la lectura no es nueva, siempre tuve facilidad para las materias basados en chamuyo (y esto se extiende a la primaria naturalmente), pero nunca me sentí orgulloso de la capacidad de oratoria que daba el simple hecho de leer cosas y recordarlas desde una perspectiva narrativa. Poder contar cualitativamente por qué cae una piedra no es lo mismo que desarrollar el modelo matemático de la mecánica newtoniana que, aunque involucra ecuaciones diferenciales sencillas, no puede comprenderse en total magnitud hasta haberse terminado un curso introductorio de cálculo o análisis real. Esa clase de conocimiento abstracto, general, y ubicuo que hace a la matemática la reina de las ciencias, era el bagaje cultural del que siempre había carecido y que había llegado a asumir, tácitamente, como superior a mi potencial de capturarlo.

El crecimiento del primer año fue espectacular. Si bien el proceso no estuvo exento de frustraciones y de estrés por lo difícil de ponerse a la altura de las circunstancias, recuerdo claramente que prestar atención en clase, revisar la bibliografía, hacer ejercicios propuestos y realizar consultas (que eran amablemente contestadas por los gigantes de la docencia que conocí en aquel momento y cuya labor espero sigan realizando con otros que, como yo entonces, sean ignorantes de lo transitorio de su propia ignorancia), bastaba para entender los contenidos de forma cabal. Aprobar los exámenes, habiendo entendido cabalmente los temas, era una cuestión que quedaba en segundo plano (y, naturalmente, no tuve demasiados problemas en aprobarlos, y promocionar todas las materias que el plan de estudios permitió).


La situación que describo se fue estancando en mi segundo año (con algunos altibajos) y finalmente en este tercer año, pareciera que la pendiente se hubiese vuelto negativa. No estoy seguro de que el retroceso haya comenzado ya o si solo es un hecho inminente, pero el número de parciales en los que me encontré este año en posición precaria (esto es, no habiendo entendido totalmente o podido recordar los temas exigidos por la materia) es demasiado elevado como para considerarlos simples accidentes. Lo que es peor: las clases se vuelven más difusas, los contenidos que se explican en clase se contradicen con frecuencia, las ambigüedades están a la orden del día (sobre todo con la nomenclatura a emplear) y el apoyo bilbiográfico y/o los apuntes recomendados son demasiado extensos como para seguir el programa de la clase usando el back-up externo. Tal vez sea demasiado duro conmigo mismo, y la mayor parte de la culpa de este cambio en el estado de cosas se deba a la posible incompetencia del equipo docente respecto de la exigencia de las cátedras (que parece volverse crónico al avanzar la carrera); pero no puedo evitar pensar, sobre todo por la aparente comodidad con la que algunos de mis compañeros de clase parecen surfear estos contratiempos, que el que está sufriendo una decadencia en sus capacidades es quien escribe.
Producción de Hulla en EE.UU. entre 1830 y 1930. La curva que llega a un pico para luego decrecer, típica de la explotación de un recurso no renovable (finito), parece asemejarse amargamente a mi desempeño académico

No sé cual es el final de esta historia. Si se confirmasen mis sospechas de que mi rendimiento, mi cabeza, ya llegó a un límite y de aquí en más se irá convirtiendo (gradualmente) en una masa esponjosa de tejido inservible, entonces no sé qué podría rellenar el hueco que hoy ocupan las esperanzas depositadas en éste. La verdad es que si me lee alguien que me conoce, lo primero que se le ocurrirá será que soy un boludo exagerado, y Dios sabe que me dejaría escupir por un chimpancé sarnoso si esa fuese la única verdad, pero no creo que el simple reduccionismo a mi inseguridad pueda explicar las señales que percibo como semáforos y que apuntan en esta dirección.

Tampoco ayudan las recientes confirmaciones, fácticas, de lo propenso que soy a fracasar en mis intentos de generar algo con las minas con las cuales, al menos de momento y por diversas razones que espontáneamente estallan en mi cabeza, parece posible que algo interesante ocurriese. Lo más gracioso es que no encuentro nada de sorpresivo en los fracasos en sí mismos, parece natural que no se dé cuando lo veo en retrospectiva; pero tampoco parece tan antinatura que sí se diese, si uno se toma el trabajo de pensar la relación. Si bien mi personalidad puede ser considerada excéntrica, sé también que muchas me han llamado gracioso, profundo o simplemente un buen pibe, para abreviar; y sé también que desde lo físico no tengo nada que envidiar -ni nada de qué enorgullecerme demasiado, tampoco-. Soy una persona común y corriente, de tal forma que quien me conoce en la calle no se inclina en uno u otro sentido si se da la pregunta de si estoy o no en pareja. No obstante, las cosas sistemáticamente no se me dan, hablando siquiera de los primeros pasos de algo que podría crecer, y no tengo a nadie a quien culpar (ni siquiera a mi mismo).

En resumen, si mi cabeza me abandona, mucho más no me queda. Y lo que es peor: no tengo la más mínima idea de por qué me abandona mi cabeza ni de por qué no me queda mucho más.

viernes, 24 de junio de 2011

Vicios de hoy, calefones de ayer

A nadie le gusta esperar, no sólo a mi. La ansiedad, esa irritante compañera invisible que siempre parece uno tener soplándole al oído, bajito, casi en un susurro tal que nadie más que uno pueda escuchar, nos advierte constantemente sobre la vastedad del colosal bolsón de sueños, anhelos, necesidades, frustraciones y deudas con uno mismo y con los demás con que uno carga a diario. Será que la ansiedad es una bestia insaciable, una muestra de la vertiente autodestructiva de la personalidad, esa que nunca te deja disfrutar del hoy debido a la preocupación por lo que falta (y que más vale te pongas en movimiento para siquiera acceder a la posiblidad de tenerlo el día de mañana) que reniega de una verdad evidente: que la vida está compuesta de << presentes >>, y que cada presente es una instantánea congelada en el gran mecanismo de relojería del Universo del que somos simplemente un engranaje más, totalmente dispensables y reemplazables sin la más mínima influencia en los aconteceres cósmicos que setean los límites a los que está sujeta la existencia humana.

A pesar saberlo, a la ambición ansiosa que toma el poder en mi cabeza (cual golpe de Estado) simplemente elije mirar para otro lado, reprimir la conciencia de su propia naturaleza efímera, ya que si el << mañana >> o lo que << pudo ser >> son simplemente conceptos que guían una estrategia de comportamiento razonando condicionalmente (léase, si hoy pisé mierda, mañana miraré la vereda puesto que pude no haberla pisado y ahorrádome el mal momento) y no una rígida dictadura cuya aplicación permanente garantiza el cumplimiento de los objetivos de vida (léase a su vez, si hoy pisé mierda, es porque no estuve atento al suelo como debí haber hecho, algo que haré siempre y en cada momento de aquí en más, puesto que no hacerlo siginificará el castigo interno de la culpa y la convicción de que << soy un pelotudo >>), entonces la ansiedad y la ambición como auto-presión para no equivocarse y "animarse a más" -no como elección sino como obligación- no pueden ser más que una rémora obsesiva carente de sentido.

Pero aunque no resiste un análisis burdamente abordado en unas cuantas líneas, como acabo de describir, la ansiedad ambiciosa y la culpa por el fracaso inminente o potencial no desaparecen. Son como sanguijuelas enquistadas en lo más profundo de mi ser, una especie de estaca clavada al pie de un cartel que dice "Aquí finaliza su autoestima. Bienvenido a Melancolandia". Tanto es así que basta un tropiezo para que Melancolandia invada mi autoestima, bombardee los territorios limítrofes y extienda hacia afuera sus fronteras mandándome, exiliado de guerra, a un pedorro y siente-lástima-por-uno-mismo-edor estado de depresión. Podemos descartar que todo esto sea por los desajustes hormonales de la adolescencia: hablo con 20 años y puedo dar fe de la madurez de mis gónadas. Esto es algo distinto, una patología psicológica, o quizá psico-social (tal vez una leve pero persistente neurosis obsesiva).



Lo social es insoslayable. Si tuviese que buscar una causa o génesis de mis ambiciones de autosuperación obsesivas (fundamentalmente a través de la excelencia académica) aunadas a la fragilidad de mi autoestima y la carga de ansiedad, la ubicaría en los años inmediatamente prepúberes en los que como niño obeso fui marginado entre mis compañeros de la escuela primaria (salvando unos pocos compañeritos con los cuales hice migas) y más importante aún, el hecho que el panorama estaba dominado por la cultura de la negrada inmunda (creo que es la manera más compacta de expresarlo) que tuvo su auge sobre todo después de la crisis de 2001-2002 y que sigue vigente hasta nuestros días, si bien con apoyo social decreciente entre los sectores medios (algo que no ocurría en esa época, en la que inclusive escuchabas hablar como un ignorante anencéfalo y chorro a pibes de familias normales y de barrio). Ese contexto de cargadas y descansos constantes con el único objetivo de rebajar al otro, en el que no se hacían esperar las burlas a compañeros con discapacidades (burlas muy crueles por cierto), donde los individuos << más respetados >> dentro de la clase eran los que habían golpeado a más chicos, o que se sabía que tranquilamente podrían hacerlo (generalmente se trataba de un negro trogloditoide con cara de papa), donde las pocas minas que había -por regla feas y amachonadas ellas- sobre todo hacia el final de los años de primaria, se agrandaban inmersas en ese ambiente primitivo y cavernario, y eran abordadas por los << machos alfa >> con toques en el culo alevosos y ni una palabra civilizada; en fin, todo aquello que constituye la subcultura decadente y repugnante de la negrada beligerante, no tuvo otro efecto en mi personalidad en gestación que la introversión y la necesidad de buscar un refugio para aquello que según los valores que me habían inculcado era lo correcto.



Y si bien empezó de a poco (los estudios primarios y secundarios poco valen hoy día) se transformaron gradualmente en una máxima de oro cuando empezaron a llegar los primeros logros a nivel universitario. Una etapa en la que me encuentro hoy día y por la que seguiré transitando (si Dios quiere) por varios años más.

Así las cosas, supongo que soy lo que soy en parte por el estrés cultural que me tocó vivir durante mis años de formación como personalidad independiente. El resultado: una ambición insaciable por despegarme del sucio barro de la mediocridad decadente y sin un sentido en la vida con la que me tocó iniciar el camino, quizá para reivindicar astrológicamente y sin lugar a dudas que mi elección de vida fue mejor que la de ellos, para ser un ejemplo o una referencia para todos aquellos nicolasitos del mundo que dudan de sus valores por convivir con negros soretes cuya idea de realización personal es ir a romper alambradas y asientos a la popular de la cancha de su club y cogerse un chimpancé hembra con rodete en el pelo, en una hamaca paraguaya.



Eso es lo que soy. Un loco de mierda.

miércoles, 1 de junio de 2011

La jugada

Miré por la ventanilla. Medio nublado. Las 15 hs, pongamosle. Donde me estaba metiendo ?
Baje del colectivo, camine 2 cuadras. Llegué. Desconecte el MP3. Si, era la mesa. La que hace 5 meses me deja apostarle. Esa fija que uno tiene. Sabes que podes ir. Esta sola ? si.. no. No lo está. Pero los otros pasan cuando vos no estas. Que hacen sus apuestas, y probablemente ganen tambien. La mesa ganadora, la que apostas-ganas. Win-Win le dicen. Yo se que si voy, apuesto y gano. La mesa me invita a que apueste por ella, pero conozco sus mañas. Se que voy a perder. O mas bien, no voy a ganar nada. Porque entonces?
En la otra sala, la otra mesa, mas tentativa. De reojito nomas. El casino es grande, muchas salas, muchas mesas. Hace tiempo que entré, y no quiero (ni puedo) salir. Pase por algunas, pero en este momento solo me importaba una.
Tiene gente. Hay competencia, el juego es mas agresivo. Conviene apostar? Lo vale? Son muchas las preguntas que se pasan por la cabeza. La mesa esta ahi.. tentadora. Tiene un par de apostadores, pero pasan sin pena ni gloria. Pasan a chusmear, a mirar, no tiran movimientos, fichas. No saben, no pueden. No quieren. Yo supe ganarme el lugar. Una sillita, al costadito, me da lugar a poner algunas fichitas, mientras otros apostadores fuertes son tentados. Puse mis fichitas. Con cuidado, delicadamente, fui sumando. La ruleta empezo a girar..
"Si queres apostá, pero vas a tener competencia.". Directo, sin vueltas.. Por lo menos parece confiable. Hoy en dia, cualquier solo busca que apuestes, y cagarte la plata. O esa fue mi sensación.

"Mejor me voy a la otra mesa". Siempre esta ahi, disponible. Cuando queres derrochar dinero. Cuando no te importa nada, donde todos pasan como puerta giratoria, vas, y apostas fuerte. La mano te pesa, tenes que cuidarla. Solo necesitas guantes de Latex. Total, las mesas no se ven, no se conocen, no se enteran, y yo puedo ir libremente a ambas. No lo dudé. O si, demasiado. Me acerque temerosamente. "Mira que si apostas, yo te juego todo". Lo dudé. Pense con la mano, solo con eso. Puse una fichita. La mesa me miraba. "Jugate Todo". Me lo decia. La mirada me comia. Yo sabia que tenia que hacer, no habia mucha vuelta que darle.. solo tenia que buscar los guantes, y jugarme a todo o Nada. Puse otra ficha. Puse casi todo, fui a lo fuerte, aposte casi todo lo que tenia. Me faltaba una ficha. La definitoria.
La tenia aun, sabia que tenia que hacer.. Sabia cual era la movida. La mesa no hacia mas que provocarme.. La ruleta daba vuelta y vuelta. Pero no. Mi mente voló a cualquier lado. Me senti raro.. No era yo. Definitivamente.
Tuve que abandonar. Me retiré. Estuve a punto de, pero decidi retirarme mientras pude. Porque lo hice ? Fue lo correcto ? Seguira la mesa disponible ? No lo se.. por suerte, no tuve mas que subirme a un colectivo, y dejar que el MP3 me distraiga, esa magia que tiene la musica.
Yo queria la otra mesa. Aunque aceptase otros apostadores, no me importaba. La queria. Yo queria ir, sentarme, jugar, ver, conocerla, sentir, apostar. Ganar. Sobre todo, ganar. Ganarle a los rivales, sentir "me lo merezco. Lo busque, lo conseguí, gané". La mesa invitaba a apostar. Te insinuaba, te buscaba, te hacia de una u otra manera que la recuerdes. Un mensajito, algun textito, daba señales de vida. A la mesa le gustaba que la cuiden, que la deseen, pero tambien se preocupaba por buscar otros apostadores. Y no le importaba si yo me enteraba. Me jodia eso? No. Llegue a estar sentado con la competencia. Asi, mientras mis competidores pensaban, evaluaban.. probablemente viendo si retirarse o que, yo apostaba. Pero lo mejor, es que no me veian hacerlo, solo era como un espectador mas. Apuesta silenciosa. La que evita explicaciones.
Puse mis fichas. Apuesta a largo plazo le decían.. Que numero ? No lo se, cualquiera. Pero estar ahi, que la casa sienta mi presencia, que no la olvide, y sobre todo, me invite a apostar, porque ese era su negocio. Pero..

"No va mas". No aceptó mas apuestas. De repente, paró la ruleta. Porque ? La casa se preocupa por mi. Me cuida. Cuida mis fichas. Vió una apuesta fuerte, y me cuido, cuido mi capital.. o mas bien, se cuido a ella misma. Porque cuando uno apuesta fuerte, tal vez gane. Y mucho. Y si la casa no gana, hay que pagar las consecuencias.
Recordé las otras mesas.. todas, a su manera me habian "cuidado". Será que cuando ven la apuesta fuerte, cuidan su dinero ? Tienen miedo de apostar, con los riesgos que implica? "La casa se reserva el derecho de Admision" se comenta. Y de que manera. Parece que por ahora, el Casino solo piensa que va a perder. Pero la mesa no te avisa, no te dice "no va mas". Te envia un tercero. Un monitor. No ves a la mesa que te raje, que te corte la apuesta, que cuide su capital; intermediario delante, te corta la movida. Uno no escucha.. lee.

La frase que lei, ya esta trillada.

Que camino queda ? Pues bien.. solo voy a recordar la apuesta que no pude ganar, y a la mesa la voy a ver de reojito.
Hay que buscar una nueva mesa, hasta encontrar la ganadora, la que no tenga miedo de apostar y ganar, juntos, un millon de Dolares.

Mientras tanto, puedo apostar en la fija, la que no tiene miedo de apostar.. porque no tiene nada que perder. Y seguir buscando. Porque yo tampoco tengo nada que perder.


domingo, 13 de febrero de 2011

20




El staff de Dr. Friedman SE ENORGULLECE en felicitar al honorable "El Mono" en este dia tan especial, en sus 2 decadas, 20 años, 240 meses, 7300 dias, 175200 horas, 10512000 minutos ó 630720000 segundos.
Un MUY feliz cumpleaños.
Pecaré de gil, pero ignoro cual es tu tema preferido, asique te dejo poguear un rato con tu banda :)

http://www.youtube.com/watch?v=blqNOty1cao&feature=player_embedded

ElViejo.

domingo, 6 de febrero de 2011

A way to live: Music

Un par de acordes. Un solo de guitarra. Una bateria. Un agudo, un riff re loco. Un organo con un bajo. Un par de sintetizadores. Una base. Una orquesta.
Como la musica puede evocar tantas cosas ? Porque me recuerda situaciones ? Porque me pone la piel de gallina ? Porque a veces simplemente me hace cerrar los ojos, volar un poco, y dejar todo atras ?
No lo sé, tal vez es mi lugar de escape. Mi refugio. Porque a veces se necesita escapar de la realidad, ver la vida de otra manera. Sentir que no es todo tan dificil, o mas bien, ver lo facil, lo lindo, el librarse de responsabilidades, sentir que soy dueño de mi propia realidad. Que puedo controlarla, y no tener que ser controlado. Y los problemas.
Oh si, evitarme los problemas, ser la solucion y no parte de ellos.
Porque parece que me buscan los problemas ? Porque soy yo. Porque me maquino y me hago la cabeza? Porque.. soy yo ! Porque no se buscar, o busco viendo solo una cara de la moneda..
Pero no importa cuantos tropezones vengan, siempre me podré levantar.
Dicen que el hombre es el unico animal que se tropieza 2 veces con la misma piedra. Yo voy por la 3ra.


Dejo un temita, lo escucho todas las mañanas..



No alarms and no Surprises, please.. ♫

P.d.: Nuevo diseño, a pedido de algunos lectores, bastante atrasado el cambio igual :P

lunes, 27 de diciembre de 2010

Una breve explicación

Intro

Aunque me comprometí tácitamente hace un par de entradas atrás a abandonar en el desván mi estilo aburrido y frío, alejado de la experiencia cotidiana de cualquier ser humano de 20 años, recordé que necesito un reaseguro al que citar cada vez que se me acusa de comunista o fascista por igual frente a mis comentarios. Esa cita salvadora que tendrán o bien que tomarse el trabajo de leer, o bien cerrar la boca (por no decir el orto), es lo que me dispongo a redactar a continuación.

Nociones básicas de economía (neoclásica)

La economía es una ciencia embrionaria, una disciplina en la que se siguen discutiendo postulados elementales, cuyos análogos en otras ramas del saber están firmemente establecidos y raramente son sacudidos por mentes geniales (como el establecimiento de la geometría no euclideana del espacio-tiempo según Einstein a principios del siglo XX; o bien el despliegue del cálculo diferencial por Newton y Leibnitz en el siglo XVII). Esto es bastante común en las ciencias sociales, y en gran medida el descrédito asociado que tienen estas últimas desde la opinión pública procede de los errores groseros (y en general costosos) que se desprenden de tal condición infante. Es así como la economía navega entre el juicio fundado de los programas de estabilización fallidos de los ministros de economía nacionales (no sólo en nuestro país), o la psicología lo hace entre las anécdotas de sesiones vitalicias y carísimas de terapia que nunca llegan a un diagnóstico/rehabilitación final.

La resultante de todo este bagaje de contrariedades es que un licenciado en economía, por regla general, es irremediablemente incapaz de predecir cuantitativamente el comportamiento de su objeto de estudio. La gran mayoría (por no decir la totalidad) de las leyes económicas establecidas proceden de la retrospección minuciosa de hechos ya ocurridos, estando ausente la posibilidad de realizar experimentos cuantitativos de forma deliberada para poner bajo fuego las teorías en competencia. Esta es la puerta de entrada a un círculo vicioso, un empantanamiento intelectual crónico, en donde las visiones más diversas y desencontradas pueden "probarse" a partir de bases de datos históricas, mediante la selección sesgada del universo de hechos ya ocurridos, del conjunto más favorable de muestras respecto de cada posición (dentro de ciertos límites de honestidad intelectual y riesgo de bochorno). En definitiva, mientras que una hipótesis genérica en cualesquier ciencia natural puede ser descartada simplemente contrastando las predicciones que de ésta se deducen con los resultados de un experimento (sea éste tangible o intangible -como es el caso de la física teórica, o en las matemáticas-) en una ciencia social esto generalmente es imposible de llevar a cabo, puesto que los objetos de estudio son sociedades humanas que no pueden ser manipuladas a piacciere por el científico social.

Dicho esto, y haciendo honor al subtítulo del apartado, existen no obstante ciertas contribuciones a la teoría económica que han resistido el paso del tiempo, y que parecen tener un transfondo de certeza que se desprende del modelado de situaciones simples. Para comprenderlas sólo se requiere un poco de sentido común, y conocimientos de análisis matemático a nivel de panfleto.

Me refiero concretamente a la teoría marginalista del valor, de la cual se desprende la "ley de oferta y demanda" que cualquier nabo conoce. El marginalismo debe su nombre a la noción de margen, que aparece en todas las definiciones de conceptos económicos modernos en enunciados tipo "(....) de una unidad más". Sintéticamente, existen dos visiones de por qué valen las mercancías (e.d. cualquier cosa que se pueda incluír en una transacción): una que sostiene que los recursos que se invirtieron en su producción le dan valor -trabajo, capital, recursos naturales- y otra que apunta a que las cosas valen porque alguien las demanda con independencia del costo para traerlas a la existencia. La primera es la más antigua, propia de la época de Ricardo, Malthus y Marx (sí, de Marx) y se considera obsoleta; la segunda es la marginalista. Así las cosas, la sumatoria de los consumidores de una población genera una unidad total que, dado que sus ingresos son finitos, demandarán únicamente las cosas que consideran útiles, y esta es la génesis del valor. Las materias primas, el capital y el trabajo necesarios para producir las mercancías tienen a su vez valor únicamente porque las organizaciones las demandan para proveer tales mercancías al público; en ausencia de esa demanda no tendrían ningún valor, y por lo tanto no pueden ser la causa original de que las cosas valgan algo (puesto que se ingresaría en un razonamiento circular, inválido).

Semejante afirmación debería parecer sumamente razonable para cualquiera. Baste con considerar que materias primas indispensables hoy día eran inútiles, y casi no existía un mercado para ellas, hace tan sólo un par de siglos atrás. El petróleo se conoce desde la Antigüedad en el medio oriente, como fuente de betún para aglomerar rocas en caminos, y sin embargo no pasaba de ser un producto esotérico y de poca utilidad. Hoy día es la madre de un negocio de miles de millones de dólares, y el virtual sostén de nuestra civilización tecnológica.

En concreto, a una unidad poblacional de consumidores le es propia una función de utilidad que asigna un valor determinado a cada canasta de bienes según su composición (tipos de mercancías) y dimensiones (cantidad de mercancías). Los postulados básicos del marginalismo establecen que dicha función es monótona creciente, convexa y acotada superiormente respecto de todos los tipos de mercancías, lo cual puede traducirse como que una sociedad extrae mayor satisfacción cuanto mayor es la cantidad de bienes que posee, cualquiera sea su tipo, pero cuando tal cantidad crece indefinidamente los aumentos de utilidad van decreciendo con cada unidad adicional (marginal) hasta un valor prácticamente fijo. Para una mercancía A esto supone una curva de este tipo:

Función utilidad total respecto del bien A

Dado que la utilidad es la causa del valor, por extensión es la causa por la cual un individiduo está dispuesto a ceder algo a cambio de una mercancía (ceder algo que a su vez brinda utilidad, lo cual le da su valor). En un mercado formal, las transacciones en lugar de hacerse por trueque se hacen con un patrón o estándar -el dinero- por lo cual esta relación causal se traduce en que a cada valor le corresponde un precio en moneda. Finalmente, la curva de utilidad respectiva a la mercancía A puede reemplazarse por una curva análoga, que en el eje de ordenadas represente el precio total; la única diferencia entre las dos curvas es un factor dimensional de escala (e.d. una constante de unidades "$ / utilidad"). Dado que la utlidad no puede medirse directamente, la medición de los precios y las cantidades de mercancías demandadas resultan los únicos instrumentos que le permite al economista sondear esta variable básica.

Si se diferencia la función de precio para la mercancía A, lo que se obtiene es la derivada que representa "el precio que está dispuesta a pagar una población por una unidad más de A", que es directamente proporcional a la "utilidad que obtendría una población por una unidad más de A". Esta función es monótona decreciente y cóncava; recibe el nombre de curva de demanda y es una de las dos patas de la ley básica del ajuste de mercado:

Curvas de demanda

La otra es la curva de oferta y por el contrario, resulta ésta de derivar la función costo total respecto de la mercancía A. La función costo total es siempre creciente y no tiene cota; si uno imagina una fábrica produciendo latas de conserva, es evidente que si bien hay situaciones en las cuales producir 1.000 o 10.000 latas conlleva prácticamente el mismo costo en términos de trabajo, energía y capital (lo que redunda en un menor costo por unidad, debido a la mayor escala de la planta), el costo total siempre debe crecer, por menor que sea la tasa de crecimiento de los costos. La derivada de una función cóncava y monótona creciente debe ser siempre positiva; tal es el caso de la curva de oferta:

Curva de oferta genérica

Véase que si bien la curva de oferta es siempre creciente (y el gráfico presentado aquí es puramente ilustrativo) ésta puede tener picos y valles, según como varíen los costos de una unidad más (marginales) al aumentar la escala de la producción. Si se dan situaciones como la descripta en el ejemplo de la fábrica de latas de conserva, entonces la curva de oferta mostrará un valle (derivada tendiente a cero como resultado de una pendiente exigua en la función de costo total) hasta que el aumento de la escala tenga un efecto significativo sobre los costos totales, lo cual hará empinarse a la curva de oferta.

Lo que resta por explicar es el hecho conocidísimo del equilibrio de mercado, que es la maquinaria social detrás de la "ley de oferta y demanda". Este punto se alcanza cuando el costo de producir una unidad más de una mercancía iguala al precio que la sociedad demandante está dispuesta a pagar por tal unidad adicional; esto es, la intersección de las curvas de oferta y demanda:

Equilibrio de mercado

Se denomina punto de equilibrio porque cualquier "desplazamiento" en el precio/cantidad producida tiende a retornar a la posición inicial. En este punto, la utilidad obtenida por el conjunto de los oferentes es máxima, y cualquier otra cantidad a producir (ya sea menor o mayor) provocará una disminución en la renta. Ejemplo: supongamos que la producción se desplaza hacia la izquierda. La curva de demanda estará por encima de la curva de oferta, lo cual implica que se está dispuesto a pagar una cantidad de dinero por una unidad adicional que es superior al costo que tendrá para los productores proveerla. En este contexto, los productores intentando maximizar su ganancia, aumentarán la producción hasta que se agoten las posibilidades de maximización, el cual es justamente el punto de equilibrio. Aplicando un razonamiento análogo, resulta transparente que el mismo resultado se aplica a un desplazamiento hacia la derecha.

La realidad: hacia dónde va el capitalismo

Los mercados reales se comportan aproximadamente según el modelo marginalista, si bien con algunas diferencias groseras en cuanto a las crisis cíclicas (pero eso es otra historia). En general se puede concluír que en el largo plazo los mercados cumplen las condiciones marginales de equilibrio, no así en el corto, lo cual da lugar a fenómenos de desviación del equilibrio que únicamente pueden ser contrarrestados por la acción de un tercero; posición que cumple una organización de carácter público (el Estado). De cualquier forma, este tipo de acciones correctivas revisten únicamente un valor coyuntural, no permanente, y así las cosas, normativamente se espera que los programas de estabilización gubernamentales se apliquen durante crisis que el sector privado no es capaz de resolver por sí miso, y que dicha intervención se retire una vez reestablecido el funcionamiento regular de los mercados. Cualquier otra interpretación es ajena al análisis económico y pertenece al triste mundo del populismo.

Sin embargo, hay que reconocer que los mercados y las transacciones en dinero u otros instrumentos financieros son propias de un sistema económico que desde un punto de vista histórico es bastante reciente. El capitalismo tiene alrededor de tres siglos, y únicamente durante el siglo XX alcanzó proporciones planetarias. Previamente el mundo se desarrolló bajo sistemas feudales y esclavistas, donde no existía el ahorro como vehículo de inversión, las transacciones en moneda eran poco frecuentes y reservadas a nichos específicos (como los bienes de lujo utilizados por las élites, prendas de seda, vajillas de plata, etc) y la propiedad privada no existía como tal, sino que estaba sometida a la discreción de la autoridad político-militar regional (emperadores, faraones, o bien clérigos, reyes o nobles). La evolución de un sistema a otro y la confluencia de los modos de organizar la producción a través de unidades reconocidas por la ley (e.d. jurídicamente, como la empresa moderna) son el motivo de estudio y la mayor contribución de Karl Marx a la disciplina económica.

Estructuración de un sistema económico

Sintéticamente, Marx reconoce que todo sistema económico se escalona entre una infraestructura de carácter tecnológico, que define las alternativas generales de cómo y qué producir, y una superestructura de naturaleza sociocultural, que comprende el conjunto de instituciones políticas y jurídicas que le dan una forma concreta a las relaciones que entablan los miembros de la sociedad para producir, según las posibilidades establecidas por la infraestructura. Por ejemplo, en un sistema esclavista la infraestructura está dada por el conjunto de tecnologías de tipo pastoril y de manufactura manual, que permiten generar un excedente de cosechas agrícolas y pequeñas cantidades de metales, cerámicos y textiles, principalmente de subsistencia; por otro lado, la superestructura está dada por la condición de esclavo y amo socialmente reconocida, que distribuye los roles de productor y protector de las unidades productivas (fincas y granjas), así como el aparato militar de conquista que mantiene la oferta de esclavos y tierras de labranza, y la autoridad religiosa que legitima todo el sistema con la idea de una voluntad divina que demanda sumisión.

Estamentos sociales del sistema feudal

Las sociedades establecen contactos entre sí, intercambiando conocimientos y formaciones culturales propias, lo cual disemina a su vez los modos de producción (cuplas infraestructura/superestructura).

Más aún, la estabilidad de un sistema económico depende de la armonía de los factores que determinan el modo de producción. Todo sistema tiene como mínimo la necesidad de autorreplicar su modo, y esto implica que se deben seguir utilizando las mismas tecnologías, y las relaciones entre productores y consumidores deben permanecer inalteradas. Dado que las relaciones sociales propias de la superestructura se adaptan a las condiciones impuestas por la infraestructura, y no al revés, se desprende que todo sistema económico perece cuando se agotan las posibilidades de adaptación de las primeras respecto de variaciones en las segundas.

El motu que determina una variación en la infraestructura es el progreso tecnológico de la sociedad, un fenómeno de carácter netamente cultural, y éste es el quid de la cuestión. En palabras de Marx: "Un estado social jamás muere antes de que en él se hayan desarrollado todas las fuerzas productivas que podía encerrar. Nuevas relaciones de producción, superiores a las antiguas, no ocupan su lugar antes de que sus razones de ser materiales se hayan desarrollado en el seno de la vieja sociedad". La genésis del capitalismo en Europa Occidental a partir del fin de la Edad Media, se debió a una confluencia de avances tecnológicos en navegación a larga distancia (aumento del calado de los buques, uso de brújulas, apertura de rutas comerciales interoceánicas, etc), y posteriormente el desarrollo de los motores térmicos, bajaron los costos de la manufactura y de colocación de mercancías. Todo ello motivó el despliegue en gran escala de las transacciones en moneda de oro y plata (cuya acuñación se volvió frenética en el viejo mundo luego del descubrimiento de América, y la subsiguiente explotación colonial de las minas de metales preciosos), la creación de instituciones bancarias, la contratación de personal asalariado, etc; e inspiró iniciativas políticas en relación a un aparato jurídico burgués dedicado a la protección de la propiedad privada, la reglamentación de mercados organizados precariamente y la normalización de las figuras jurídicas como la sociedad anónima. Llegando al siglo XX, este modo de producción acabó desplazando todas las demás formas de organización económica previas (pastoril, feudal, centralizada) y hoy día se encuentra globalizado, sintiéndose su influencia hasta en los lugares más recónditos del planeta.

Sin embargo, así como sistemas económicos previos sucumbieron al avance del capitalismo, éste probablemente se agote en el futuro.



En qué se inspira semejante predicción? Pues, como Marx previese allá por el siglo XIX, existen tendencias objetivas dentro del capitalismo que harán imposible la perpetuación de su superestructura jurídica, la cual se desarolló precisamente para adecuarse a un tipo de infraestructura tecnológica particular (aunque ha sido mucho más flexible que sus predecesores en este sentido). Pongamos como ejemplo la propiedad privada. El hecho que una organización pueda vender lo que produce y brindar una ganancia es lo que la mantiene con vida; y para lograrlo, debe asegurarse de:

a) Proveerse de materias primas (compras a proveedores), capital (créditos, o emisiones de acciones o bonos) y trabajo (personal) para producir. Esto supone que una vez pagados los servicios de los factores productivos mencionados, éstos cumplirán con lo estipulado en los contratos. Si tales derechos son violados (ej: si se ha cerrado una cuenta al descubierto reteniendo las disponibilidades, o no se han entregado los insumos según condiciones estipuladas, o sea han producido destrozos intencionales dentro de la planta) se puede recurrir siempre a la fuerza pública, que mediante la amenaza de la violencia puede forzar el cumplimiento de los contratos y el respeto de la propiedad privada. En general esto no es necesario, dado que la amenaza basta para condicionar el comportamiento de los participantes del mercado.

b) Colocar su producción entre sus clientes. Para ello se debe asegurar, suponiendo que exista una demanda genuina del producto, de que éste se distribuya sin perjuicio a su calidad y que el riesgo de pérdida o extravío sea mínimo. Para evitar esto último, se debe evitar la posibilidad del robo del activo corriente de la empresa hasta ser liquidado, lo cual nuevamente depende de la fuerza pública.

Resulta imprescindible, así las cosas, de una adecuadamente financiada fuerza de orden que proteja la propiedad privada y fuerce el cumplimiento de los contratos, para que una organización moderna pueda subsistir. Estas fuerzas de coerción tienen no obstante un costo; en general, se trata de los tributos en forma de impuestos que constituyen los ingresos corrientes del Estado, aunque también pueden incluir servicios de seguridad privados como costo adicional.

Sin embargo, qué sucedería si el costo por unidad de proteger la propiedad privada superase por mucho el valor del producto a proteger? Supongamos que, debido al progreso tecnológico aplicado, la curva de oferta del bien A adquiriese ganancias de escala sostenidas, de manera que sus costos unitarios resultasen despreciables frente a sus costos fijos. Si la curva de demanda no se modificara, entonces el precio de equilibrio sería inmediato a cero, la cantidad producida tendería a infinito y la utilidad total de la sociedad debida al bien A, al valor asintótico que constituye su cota superior. Ahora bien, si en estas condiciones se le agregase a la curva de oferta el componente en el costo unitario debido al servicio de protección de la propiedad del mismo, un costo que no ha bajado al mismo ritmo que el costo variable unitario de cada unidad de producto, el nuevo precio de equilibrio será mayor, las cantidades producidas, menores, y la utilidad total de la sociedad debida al bien A sería menor a la técnicamente factible.

Es aquí donde aparece el agotamiento de la superestructura, o bien, de su incapacidad de adaptación. Al no poder bajar los costos de protección de la propiedad privada al mismo ritmo que el resto de los costos de producción, acaba por ocurrir que la sociedad estaría mejor como un todo si no tuviese que proteger dicha propiedad, si fuese posible llevar a cabo la producción de algún modo distinto, menos oneroso. La propiedad privada acaba por agregar costos innecesarios al aparato productivo: un lastre estrictamente debido a la superestructura. El capitalismo, al financiar el avance tecnológico, crea constantemente posibilidades de economizar por aumentos en la escala, planchando la curva de oferta y empujando hacia cero el costo variable de cada unidad de producto; sin embargo, este desarrollo formidable de la capacidad productiva se enfrenta al encarecimiento relativo del aparato jurídico a través del cual la empresa vende, compra y se financia.

El encarecimiento relativo de la propiedad privada y la superestructura del capitalismo no es ciencia ficción: de hecho ya está ocurriendo. Los sectores informático, multimedia y editorial están enfrentando grandes dificultades desde hace años para colocar sus productos. La curva de oferta de cualquier pieza de software está casi totalmente planchada: una vez compilados los algoritmos y la interfaz con el usuario -lo cual requiere los servicios de un equipo profesional de programadores y artistas gráficos-, puede producirse una cantidad casi ilimitada de copias del mismo a un costo despreciable en términos de consumo eléctrico y ciclos de computación, mientras que el costo de mantener el copyright asociado a éste para una compañía resulta extremadamente alto (y lo que es peor, a pesar de sus esfuerzos, generalmente no consiguen evitar la distribución ilegal de su producto, sobre todo si resulta de uso masivo). Lo mismo ocurre con las discográficas, y con los diarios y agencias de noticias.


Tal vez se pueda objetar a esta conclusión el hecho que el nivel de producción que puede alcanzar la industria del software sea muy superior al que, aún en el futuro distante, podrán exhibir los sectores de producción de bienes tangibles. Por ejemplo, el sector agrícola, que está limitado por la disponibilidad de tierras cultivables y la eficiencia del proceso de fotosíntesis con el cual las plantas verdes fijan una proporción ínfima de la luz solar en forma de hidratos de carbono, parece tener límites insuperables a los aumentos indefinidos en la escala. Si bien la crítica es razonable, también lo es el destacar que la tecnología no sólo modifica la manera de producir, sino también la de consumir. Posiblemente, las limitaciones biológicas que presenta el ser humano en cuanto a expectativa de vida, deterioro físico, vulnerabilidad y costo de la alimentación conducirán a una transformación del consumidor mismo, lo cual destruiría ciertos sectores de la economía (como la agricultura) si éste pudiese obtener el mismo servicio de otra manera, con mayor potencial de reducción de costos vía aumento de escala (como la energía eléctrica).

Sin embargo, es evidente que en la mayoría de los sectores actuales la problemática de los medios informáticos, no es compartida. El costo de la protección de la propiedad privada es bajo respecto de los demás costos de estructura, y desde luego, los costos variables no son despreciables. Este es el motivo por el cual, pese a quien le pese, al capitalismo probablemente aún le quede bastante tiempo de vida.

No obstante ello, cabe la pregunta: ¿Qué tipo de sistema económico podría sustituír al capitalismo? El problema en sí, llegado el momento, se encontraría en la naturaleza atomística de la producción y el consumo, que impele al sostenimiento de la propiedad privada por fuerzas de coerción con costos relativos crecientes. Esa superestructura en algún momento se volverá obsoleta, siendo reemplazada por otra más adecuada la hiperproducción automatizada y la provisión de servicios a través de la explotación profunda de las TIC's. La solución está en una transformación hacia una producción y consumo públicos; así las cosas, los servicios se brindarían a toda la población, que los consumiría como si pagase una tarifa plana. Los recursos productivos serían también de propiedad pública, y la gestión de tales redes de servicios se financiaría colectivamente. Desaparecería, así, la << venta >> como evento económico.

Semejante sistema socializado no necesitaría de un conjunto de iluminados revolucionarios para imponerse, sino que según las mismas palabras de Marx, la extinción de las viejas relaciones de producción abrirían paso a las nuevas debido a condiciones objetivas, relativas en última instancia al desarrollo tecnológico. El capitalismo seguirá su marcha, pero tarde o temprano se agotará, situación que no dependerá de ningún grupo político en particular, ni deberá ser enterrado por nadie, sino que la humanidad toda lo irá cambiando, a un ritmo lento pero constante, en su marcha hacia el progreso. Así que pueden cerrarse los partidos comunistas en todo el mundo; tanto más pronto comenzará la transición al socialismo cuanto más extensamente se despliegue el capitalismo a nivel global.

PD: dejo un video, bastante mal narrado por cierto, del filósofo P. Feinman sobre la posición procapitalista que expresa Marx en el Manifiesto Comunista.
Queda claro que:

a) Unir a Bolívar con el "socialismo" (a la Chávez) es totalmente incoherente con la prédica de Marx, tanto como otras manifestaciones indigenistas a la Evo Morales, o tanto otro barbudo que anda dando vuelta por ahí (de hecho, en ningún país del mundo existió jamás un sistema socializado como el que se supone sustituiría al capitalismo, ni en Rusia, ni en Cuba, ni mucho menos en Venezuela). El resto son ensaladas ideológicas que son poco más que sin sentido;

b) Feinman está en contra de Marx